Pablo Picasso y la República
El 28 de mayo de 1937, el escritor Max Aub enviaba una carta al embajador Luis Araquistáin. En ella le daba los detalles de una visita reciente que había realizado a Pablo Picasso a propósito de su óleo “Guernica”, recién terminado y a punto de ser exhibido en la Exposición Internacional de París en el Pabellón de la República. Picasso había rechazado cobrar por pintar el cuadro en el que se refería al bombardeo con el que la aviación alemana había masacrado el pueblo vasco. Lo quería donar a la causa, pero el Gobierno de la República quería asegurarse la legitimidad de la propiedad con algún tipo de documento. Aub encontró la fórmula:
“Esta mañana llegué a un acuerdo con Picasso. A pesar de la resistencia de nuestro amigo a aceptar subvención alguna de la Embajada por la realización del ‘’Guernica’’, ya que hace donación de este cuadro a la República española, he insistido reiteradamente en transmitirle el deseo del Gobierno de reembolsarle, al menos, los gastos en que ha incurrido en su obra. He podido convencerle, y de esta suerte le he extendido un cheque por valor de 150.000 francos franceses, por los que me ha firmado el correspondiente recibo. Aunque esta suma tiene, más bien, un carácter simbólico, dado el valor inapreciable del lienzo en cuestión, representa, no obstante, prácticamente una adquisición del mismo por parte de la República. Estimo que esta fórmula era la más conveniente para reivindicar el derecho de propiedad del citado cuadro”.